Frente al mito de que los niños aprenden más rápido que los adultos, esta la realidad de que los adultos disponen de muchísimos más recursos que un niño para aprender cualquier tarea medianamente complicada.
Un idioma, por ejemplo, un niño necesitará años para dominarlo, entenderlo y hablarlo. En un mes un adulto puede apañarse en una idioma, casa imposible para cualquier niño, incluso siendo un niño superdotado.
¿Porque entonces ese estancamiento en los adultos a la hora de mejorar en cualquier actividad?
El estancamiento viene sobre todo por la falta de motivación, el exceso de actividades, y la sociedad que nos rodea que nos viste con un corsé que apretamos nosotros mismos.
Si estás abajo de todo y quieres mejorar, empieza con estas tres premisas:
- DESÉALO. Con todas tus ganas, que sea un objetivo prioritario, marcando metas asequibles.
- COPIA. Fíjate en los que saben, los que son mejores que tu, obsérvalos como haría un niño.
- PREGUNTA. No te cortes, pregunta hasta lo que los demás ven obvio y tu no lo ves así. Insiste si no lo entiendes. No te preocupes si quedas como un tonto. No des nada por supuesto. Además a todos nos gusta que nos pregunten, porque la vanidad es fácil de alimentar.
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